viernes, 5 de marzo de 2010

Por Merlín ¿Por qué a mí? -2-

En cuanto Draco recuperó los movimientos y la voz fue hacia Hermione. Pero, a mitad de camino, sus ojos hablaron por ellos y con un ligero gesto de asentimiento, Draco enrumbó hacia Ron.

-Quiero saber qué te pasa, Ron. ¿Cuál es tu problema?

Ron no se esperaba esto y por un momento no supo qué decir. Cuando por fin habló, los sorprendió a todos, incluso a su novia una chica que estaba en tercero cuando ellos cursaban el séptimo año luego de vencer a Voldemort:

-Mi corazón está dividido, Draco. Una parte es y será siempre de Hermione. Ella es mi primer amor, representa lo más puro de mí, ella es el primer beso imaginado, la primera caricia que quise dar y sentir. La primera lágrima, la primera alegría. Pero también es mi cobardía. Mi inseguridad. Porque nunca me sentí a su altura, porque ella se merece más. Alguien más valiente, más leal, más inteligente. Y que lo sepas, ni tú ni yo estamos a su altura aunque ella te ame. Tú porque la menospreciaste, la humillaste y la heriste de todas las formas posibles y que hayas evolucionado no cambia el pasado.

El rostro de Draco era una máscara imperturbable, pero sus ojos acusaban recibo de cada palabra. La mirada gris se perdió en ese tiempo remoto y revivió cada escena con dolor y culpa.

El silencio que reinaba en el jardín de La Madriguera era imponente. Ron reanudó su discurso.

-Sí, es cierto, el día que nos atraparon tú no fuiste capaz de delatarnos por completo, pero la duda que sembraste no germinó. Pudiste hacer más por nosotros y tu cobardía lo impidió. Y no me vengas con que el miedo, la familia y demás idioteces. Todos nosotros teníamos miedo, todas nuestras familias estaban amenazadas y sin embargo luchamos para deshacernos de ese bastardo y de los malditos mortífagos que lo seguían. Mi hermano murió en esa condenada guerra. Lupin, Tonks, Creevey, gente buena e inocente murió por culpa de ustedes. Para mí no alcanza que tu madre haya ocultado que Harry estaba vivo. No lo hizo por Harry, ni por un arrebato de buena conciencia recién adquirida. No, lo hizo por razones egoístas, válidas, amorosas, pero egoístas. Tu padre es un maldito desgraciado, un asesino, te guste reconocerlo o no. Eso no cambia los hechos. Tú no mataste a Dumbledore, fallaste, una vez más por pusilánime. Pero en el camino a ese asesinato fallido, casi matas a Katy y a mí. Y discúlpame, pero si hubieras querido, hubieras tenido oportunidades, y efectivamente, las tuviste. Snape quiso ayudarte y no lo dejaste. Y conocías lo suficiente a Harry como para saber que pasado el odio inicial, él te hubiera ayudado. Con esto quiero decirte que todos podemos elegir lo correcto aún en las peores circunstancias. Y no te creas que yo me quede atrás en cuanto a cobardía. Porque aquí como me ves, yo los abandoné, abandoné a mis amigos, a la mujer que, de alguna manera extraña e infantil, todavía amo. Que haya vuelto no esconde el hecho de que no dudé en irme y dejarlos a merced de la desgracia, todo porque soy un caprichoso, impulsivo y cómodo niño de mamá. Porque me dejo llevar por la ira en vez de pensar con la cabeza. Y ellos casi mueren, ¿sabes? En la navidad de 1997 Harry y Hermione casi mueren mientras yo estaba escondido en la casa de Bill y tú andabas lloriqueando por las órdenes que te daba ese indeseable.

Hermione le salvó la vida a Harry. Una vez más. Ella dedicó su vida a salvarnos el culo, desde que nos conoce. Y te puedo asegurar que estaba aterrada. Así que, hazme el favor, guárdate donde te quepan tus excusas por más razonables que sean.

Hermione lloraba, sus hombros se sacudían por los sollozos. Harry se acercó a ella y le pasó el brazo por los hombros y le daba suaves besos en la sien. Draco los contemplaba sin animarse a ir hacia ellos.

Rayna Keller, la ex Ravenclaw novia de Ron, se acercó a él con una sonrisa de orgullo en el rostro porque de pronto vio a dónde quería llegar Ron y lo animó a continuar.

-Ella es así –susurró. Luego alzó la voz y la miró, primero a ella y luego a él, hundió su profunda y límpida mirada azul en la de Draco, que apenas si se la podía sostener-. La única capaz de aguantar una tortura a manos de tu tía y callarse la boca. Y ante tus ojos. Porque tú fuiste testigo de lo que esa desquiciada le hizo.

Así es ella. Brava, lúcida, íntegra. La mejor del Trío Dorado, su cabeza, su corazón y el alma. ¿Cómo no iba a ser capaz de pasar por encima de todo y darte una oportunidad? Por supuesto que sí. No sería Hermione si no lo hubiera hecho y debes haber cambiado lo suficiente para que ella no te rechazara. Y yo debo comprenderlo, aceptarlo y confiar en que la cuidarás y la protegerás y la amarás como ella se merece.

-Y ahora voy a hacer un anuncio –declaró con una enorme sonrisa al tiempo que le daba la mano a su novia- Rayna y yo nos casaremos en la primavera. Porque ella es la dueña de la otra parte de mi corazón, la que late por un amor que existe y crece en el caos del día a día. Porque en ella encontré mi complemento. Porque aunque somos distintos, miramos en la misma dirección. Y dicho esto, la giró hacia sí, agachó la cabeza –puesto que era mucho más alto que Rayna- y tomó lentamente su boca en un beso lleno de amor y pasión.

Las duras palabras de Ron fueron superadas por la alegría que provocó la noticia y pronto se dispusieron a festejar la buena nueva. Molly hizo aparecer guirnaldas de flores que resplandecían en la luz del ocaso y las chicas se dividieron en grupos, algunas comenzaron a ayudar a Molly en la cocina y las otras, con la ayuda de los varones armaron una larga mesa en el jardín bajo un precioso y cálido gazebo que hicieron aparecer para resguardarse del incipiente frío invernal. Cuando todo estuvo listo, cenaron y brindaron en copas rebosantes de hidromiel.

Al rato, dos figuras se alejaron hacia el prado que circundaba a la precaria construcción, bajo la atenta mirada de cuatro pares de ojos. George, Luna, Ginny y Harry no olvidaban que el motivo de esa reunión era arreglar el asunto que desató la insidia su ex compañera del colegio de magia y hechicería.

…oOo…




El cielo estaba oscuro y estrellado. No había luna esa noche y la brisa fría la hizo estremecerse. Draco la envolvió con sus brazos y así se quedaron, quietos y abrazados bajo la refulgente y lejana luz de las estrellas.

Se habían alejado luego de la cena. Evidentemente, la cuestión que los había reunido debería esperar hasta mañana.

Hermione se desprendió de los brazos de Draco y convocó unas mantas. Las dispuso en el suelo y se acostó. Dio unas palmaditas llamando de esa manera a su novio. Draco se tendió junto a ella en silencio. Con la otra manta, Hermione los tapó a ambos y cruzó sus brazos debajo de su cabeza y fijó su vista en el cielo. No era un silencio incómodo pero estaba lleno de emociones dispares.

-Draco –exclamó sin mirarlo- ¿no piensas hablar nunca más? ¿Hiciste algún extraño pacto de silencio sin consultarme?

Draco encendió un cigarrillo y antes de contestar observó cómo se esfumaba la voluta de humo en el aire nocturno.

-Weasley tiene razón. No te merezco. Será mejor que olvidemos todo esto. Yo sólo puedo traer dolor a tu vida. Sin ir más lejos, tienes que hacerte cargo de mi padre porque mi madre está desaparecida y yo no califico para tamaña responsabilidad. No confían lo suficiente en mí. No importa lo que haga ni cuanto lo intente…

-Shhh, no digas tonterías Draco.

-No son tonterías, Hermione. Es la más pura verdad. Yo era un maldito cobarde, y no tengo excusas, por más que quiera encontrarlas. Era una maldito desgraciado –dijo arrepentido y angustiado- Ron no se equivocó en nada.

-Draco, escúchame bien, nadie es perfecto. Y no todos reaccionamos igual frente a las mismas circunstancias. Pero no eres ni fuiste un asesino, fuiste un chico equivocado que creció creyendo en unos valores que adoptaste como propios, pero si no los hubieras cuestionado no te hubieras convertido en el hombre que eres ahora.

-Pero casi mueres por mi culpa –insistió.

-Draco, me torturó tu tía, no tú. Y no podrías haber hecho nada aunque hubieras tenido el valor.

-Potter lo hizo. Y yo escuchaba a Weasley aullar como un desgraciado cada vez que te escuchaba gritar a ti de dolor. Todos los que estaban en esa mazmorra fueron valientes.

-Tu nunca conociste esa clase de apoyo, ni la confianza que se crea entre las personas que, en determinados momentos, dependen unas de otras. Y Harry también se equivoca, Draco. Esa incursión en el Ministerio, en quinto ¿recuerdas?, la que acabó con tu padre en Azkabán, fue un error. Todos pudimos haber muerto allí, no sólo Sirius. Pero no pude convencer a Harry y no nos quedó otro remedio que acompañarlo y luchar con él. Y recordarás que todos estuvimos en la enfermería del colegio durante semanas –la voz de Hermione sonó juguetona como si estuviera recordando una travesura y no algo de la importancia de lo sucedido.

Draco no apartó la mirada de su rostro. Hermione habló con los ojos clavados en el cielo y una pequeña sonrisa bailando en la comisura de sus labios. ¡Por Merlín, amaba a esa mujer! Tanto que el sólo pensar en perderla le abría un agujero en el pecho por el que sentía que se le escapaba el alma.

-Pero, casi mueren en esa navidad, tú y Harry –le recordó.

-Sí, casi morimos, y tú no tuviste nada que ver. Fue Voldemort –puntualizó ya con un poco de fastidio y se puso de pie-. Mira, si quieres regodearte en el pasado miserable del que fuiste protagonista y acordarte de todas las veces que me humillaste y me lastimaste a mí y a mis amigos, allá tú. Eso es algo que yo quiero dejar en el pasado. ¿Quieres que te diga lo que pienso? -Draco asintió brevemente-. Pues bien, te lo diré. Sí, eras un condenado cobarde, una persona ruin y detestable. Un abusivo de la peor calaña. ¿Estás contento ahora? ¿Eso es lo que querías escuchar de mi boca? Ahí lo tienes, te lo dije. ¿Y sabes dónde está la diferencia, Malfoy? En la conjugación: eras, Malfoy, fuiste, ya no lo eres. Cambiaste. Y si pudiste cambiar tanto es porque en el fondo eras mucho mejor que eso que demostraste en tus años escolares –y con estas últimas palabras se fue dejándolo solo con sus pensamientos.

Fue directo hacia Ron y lo abrazó. No le importó que Rayna estuviera observando, Ron era suyo tanto como Harry, y ella también les pertenecía y quien no entendiera el extraño lazo que los unía no merecía estar al lado de ellos. Como para demostrar que esto era cierto, Harry se acercó a los dos y los tres permanecieron abrazados.

-Nunca vamos a poder separarlos, ¿sabes? Están unidos de una manera especial. Se aman de muchas maneras, se necesitan y no pueden estar muy lejos unos de otros. Pero son leales y nos eligieron, no tengas miedo –le aclaró Ginny a Rayna y miró de soslayo a Draco que había seguido a la castaña y también escuchó lo que la pecosa decía.

-Gracias –contestó la novia de Ron- necesitaba escucharlo.

Decidieron quedarse a dormir allí, así que La Madriguera crujía amenazadoramente con cada escalón que se pisaba y cada puerta que se abría. Pronto, todos estuvieron más o menos acomodados pero no todos dormidos.

Ginny y Harry estaban en la cama. Harry mirando el techo y Ginny de costado con la cabeza apoyada en la mano lo contemplaba risueña.

-Diez mil galeones por tus pensamientos –le susurró.

Harry la miró un poco aturdido y le sonrió. Levantó una mano y le acarició la mejilla.

-Eres lo mejor que me pasó en la vida –declaró y se tumbó sobre ella. La comenzó a desvestir despacio, haciendo resbalar sus manos sobre la piel caliente con una lentitud exasperante. Al rato, la pelirroja estaba jadeando bajo las caricias expertas de su esposo que eligió ese momento para deslizar una pierna entre sus cálidos muslos y hundir su empinada anatomía en el hueco delicioso y húmedo que su mujer le ofrecía.

…oOo…

El domingo amaneció con un atisbo de nevada y los perezosos que recién se levantaban se arrebujaban en sus batas con la cara adormilada. Hermione exhibía su melena salvaje, la mano derecha envolviendo la taza y la izquierda sosteniendo a duras penas su cabeza. Tenía un pantalón de franela con ositos, medias de distinto color, obsequio de Dobby, y un sweater by Molly que le iba grande y que dejaba al descubierto un hombro. Para Draco era una visión exquisita. Se detuvo en la escalera y se perdió en la contemplación de la imagen de su ratona.

Molly le dio un codazo a Arthur y ambos salieron de la cocina. El resto estaba demasiado ensimismado como para darse cuenta de nada. Ron tenía la cabeza hundida entre los brazos y Ginny le preparaba el desayuno a los niños que estaban en el regazo de un aún aletargado Harry. Rayna no se había levantado. Luna y George, quien hubiera creído que esos dos iban a casarse, ¿eh?, estaban despatarrados en un desvencijado sofá de tres cuerpos haciéndose cosquillas.

Por fin, Draco se decidió a avanzar hacia Hermione y depositó un beso en el hombro expuesto de la muchacha que dio un respingo. Alzó la cabeza y con un esbozo de sonrisa le dio la bienvenida al nuevo día. El Slytherin se acomodó a su lado y con un ¡Accio café!, se sirvió una espumante taza del líquido bien caliente.

Ella reparó en cada pequeña arruga y en cada gesto. El dolor, la incertidumbre, el tener que abrirse paso con la desconfianza del mundo entero sobre sus hombros habían hecho mella en Draco. Ella lo admiraba por eso. Y lo amaba. Cuánto lo amaba.

Ajeno a la observación de que era objeto, Draco dio el primer sorbo a su café. Luego apoyó la taza en el plato y se dispuso a hacerse unas tostadas con queso crema y mermelada de naranjas amargas. Era elegante hasta para eso. Le ofreció una que ella aceptó gustosa. Cuando lo miró sonriente, ya casi del todo despierta, él dijo con una intensidad que la conmovió:

-Te amo, Hermione, te necesito, y sé que no te merezco, que soy el último hombre en la tierra que puede aspirar a mirarte siquiera, pero te amo con cada fibra de mi ser, por favor, no me abandones –suplicó.

Ya fuera por las palabras, por el tono o por las profundas emociones que centelleaban en esos ojos como plata fundida, la cuestión es que Hermione no pudo contener las lágrimas que rodaban por sus mejillas. Los sentimientos estaban a flor de piel en los dos y él no sabía cómo reaccionar porque tenía terror a equivocarse. Se aferró a ella con tanta fuerza que Hermione gimió adolorida. Draco la soltó de inmediato balbuceando atropelladas disculpas.

-Shhhh…cálmate. Nunca te voy a abandonar. Está todo bien. No soy de cristal, no vas a romperme. Soy Granger, ¿recuerdas? Ya… déjalo ir, Draco. No te amargues. Estoy aquí, elegí estar contigo, me enamoré de ti por lo que eres y esto que eres se lo debes a lo que fuiste. ¿Sabes lo que decía Sartre? –preguntó y al obtener una negativa de parte de Draco continuó-, escucha y aprende, por algo soy una rata de biblioteca, somos lo que hacemos con lo que hicieron de nosotros, y tú hiciste maravillas. En serio Draco, deja de torturarte. Lo que te dijo Ron ayer…simplemente dejó salir el miedo, el dolor y el resentimiento que llevaba guardados. Pero ya está. Aprenderá a confiar en ti. Te lo prometo.

Y se quedaron así, las frentes apoyadas, mirándose y con las manos entrelazadas hasta que fueron interrumpidos por el golpeteo de una lechuza en la ventana. Luna y George, los que estaban más cerca, la dejaron pasar. La lechuza voló hasta Hermione, se posó suavemente en la mesa y extendió la patita para que le quitara el pergamino. La muchacha le dio un poco de jugo de calabaza y luego de eso el ave de plumaje marrón brillante, con un leve ulular emprendió vuelo nuevamente.

Era un pergamino firmado por Kingsley, en él le recordaba que tenían que tener todo arreglado para el próximo jueves, esa era la fecha en que Lucius Malfoy sería trasladado desde Tintagel a Malfoy Manor. Cuando todos terminaron de leer, porque sí, además de Hermione y Draco había más cabezas detrás que no se perdían detalle, estallaron los comentarios y recordaron que se habían reunido para tratar el "asunto Vane" como lo habían bautizado.

…oOo…

Para ese entonces ya estaban todos despabilados y atentos. Habían hecho espacio en la mesa y sentados alrededor empezaron a repasar los acontecimientos desde el principio. Vane trataba de socavar la reputación de Harry y Hermione. Harry era el seguro sucesor de Shackelbolt y Hermione era una encumbrada funcionaria de vital importancia para la relaciones mágicas internacionales. Cualquier mancha que cayera sobre el prestigio de ambos redundaría en imprevisibles consecuencias.

George conjuró una pizarra y comenzó a escribir:

Acontecimiento 1: Harry y Hermione besuqueándose en el callej…

-¡Que Harry y yo no nos besuqueamos!, borra es…

-Ya, Herms, que era sólo una forma de abreviar, ¡qué carácter! Pensé que la habías domado, Malfoy –dijo George con un sonrisita socarrona.

-No hay nada que domar, Weasley, continúa por favor –señaló Draco.

-Bien, sabemos que Harry y Hermione NO estaban besuqueándose en el Callejón Diagon cuando los interceptó Romilda Vane.

-¿Qué estaban haciendo entonces? –interrumpió Luna- Ya sé, podemos argumentar que Harry estaba espantando torposoplos de la nariz de Hermione.

-Luna, yo te adoro, tú lo sabes y quiero ser la madrina del primer hijo que tengan, pero dejemos a los torposoplos de lado, ¿quieres? –soltó Hermione espantada y miró a Draco, que tenía los ojos cerrados y se tapaba la boca con una mano, en busca de ayuda.

-Ejem, ejem –la perfecta imitación que Ginny hacía de Dolores Umbridge todavía les ponía los pelos de punta todos- sugiero que dejemos hablar a los tres implicados –y pasó revista a los rostros de Draco, Hermione y su esposo-. Hermione, ¿podrías explicarnos cómo es que nos enteramos por la prensa que tú y Malfoy están juntos?

-Bueno, verás –arrancó la aludida con nerviosismo y mordiéndose el labio, Draco la quiso besar allí mismo- nos encontramos de casualidad en París, hace nueve meses, aproximadamente.

-Diez meses y catorce días –susurró Draco en su oído. Y a nadie le pasó desapercibido el estremecimiento de la muchacha.

Hermione carraspeó y repitió:

-Diez meses y catorce días…Y como iba diciendo, un encuentro llevó a otro y luego a otro. Nos dimos cuenta que nos divertíamos juntos, y entonces un día…bueno… ocurrió.

-Hermione, te pregunté cómo es que esa sucia de Romilda Vane se enteró antes que nosotros, tus amigos, tu familia.

-No lo sé.

-¿No lo sabes? –gritó- ¿Y tú Draco?

-Tampoco.

-¡¿Alguna teoría, por amor a Merlín?!

-Yo tengo una –intervino Rayna y todos los ojos se clavaron en ella.

-Mi amiga Morag trabaja en El Profeta y hace un par de meses me comentó que Vane había vuelto muy entusiasmada de París. Decía que tenía una noticia que haría las delicias de la sociedad mágica. Supongo que sería esta. Lo que no comprendo es por qué no lo dijo en su momento…

-Porque estaba esperando el momento de la salida de Lucius –exclamó Hermione a la que le empezaron a caer todas las fichas.

-Pero si esa información la conocíamos muy pocos –comentó Arthur.

-Bueno, por muy miserable que sea sigue siendo periodista y sabe qué cuerda tocar para hacer una melodía –añadió Molly.

-Por otra parte, al sacar a la luz la relación de Draco y Hermione justo en este momento, nos puede salpicar a todos con su maledicencia –observó Ron.

-¿Qué quieres decir con eso, Ronnie? –preguntó George.

Ron lo miró con cara de pocos amigos y siguió:

-Todo el mundo sabe que nosotros tres –e hizo un gesto que abarcó a los tres componentes del Trío dorado- tenemos una relación un poco extravagante, por decirlo de algún modo. Y que cuando éramos unos niños nos queríamos matar día por medio con Malfoy. Así que Romilda bien podía conjeturar que Hermione era una traidora de la peor calaña. No olvidemos que los roces entre cierta prensa y Hermione nunca fueron suaves –hizo una pausa y todos recordaron los incidentes durante el Torneo de los Tres Magos.

-Tienes razón –acordó Harry.

Hermione retomó la palabra y comentó que esto a Vane le venía como anillo al dedo porque siempre estuvo encaprichada con Harry…

-…así que en su loca imaginación tú te separarías de Ginny, ella tendría el camino libre para conquistarte, Draco me dejaría, los Weasley me abandonarían y nuestra reputación se iría por el caño. Entonces, ¿qué hacemos?

El resto de la tarde giró en torno a lo que harían para minimizar el impacto de la foto y el noviazgo de Hermione y Draco.

Finalmente, acordaron lo siguiente: no harían nada especial, la prensa del corazón ya los había estado buscando, todos ellos hablarían del asunto restándole importancia a la foto y alegrándose por el futuro casamiento de la serpiente y la leona. En cuanto quisieran mezclar los tantos, política y asuntos de amor, los sacarían con cajas destempladas.

El lunes cuando comenzó el hostigamiento de los medios los Weasley cerraron filas en torno a Hermione y la sociedad mágica acusó recibo.

…oOo…

El jueves llegó rapidísimo. Draco acompañó a Hermione a la mansión Malfoy y habló con los elfos Dorcas, Sioban y Gandor. Les explicó que Lucius volvería a la casa y que tenía prohibido hacer magia por lo tanto seguramente les pediría a ellos ayuda. Sin embargo, como Draco había heredado el derecho de mando y obediencia, les ordenó que antes de cumplir con cualquier pedido que su padre les hiciera se lo comunicaran a Hermione, su futura ama.

La verdad que el método era de lo más engorroso, parecía un trámite burocrático para conseguir que te dejen criar un dragón en el jardín, un imposible. Y Harry sabía, porque lo vio en los ojos de esos elfos, que jamás osarían desobedecer a Lucius. Y ni hablar de dirigirse a Hermione. Por lo tanto, le pidió a Kreacher que estuviera a disposición completa de Hermione y que en cuanto sospechara que pasaba algo raro se lo comunicara de inmediato.

Juntos recorrieron la mansión y Draco selló la zona en la que Hermione fue torturada, nadie que no fuera Draco podría deshacer el hechizo, ni siquiera la magia de los elfos podría conseguirlo.

También cegó todos y cada uno de los pasadizos y puertas secretas y junto con el cuerpo de aurores rompieron las maldiciones que todavía pesaban sobre la morada y agregaron protecciones extra para que nadie pudiera entrar sin el permiso de Hermione, Harry, Ron y él mismo. Obviamente, Lucius no podría salir de allí ni aunque lo poseyera el propio Merlín. Y como ayuda adicional colocaron dos retratos, uno de Albus Dumbledore y otro de Severus Snape.

-Severus, se me ocurre que lo pasaremos bien aquí.

-Realmente, Albus, no sé si estás más loco ahora de muerto que cuando estabas vivo. Como sea, no voy a caer presa de tus maquinaciones.

-¿Pero que puede llegar a ocurrir que sea tan grave? -preguntó sereno.

-Ya esa serenidad tuya me crispa –siseó el que fuera profesor de pociones- de todo puede pasar aquí con Lucius.

-¿Tienes miedo por la señorita Granger, Severus?

-Espera y verás –dijo y sonó a premonición.

Un grupo de diez aurores, entre ellos Harry, entraron a la Mansión con Malfoy padre.

En la escalinata los esperaban Draco y Granger.

Lucius estaba delgadísimo, no levantaba la cabeza y parecía asustado. No prestó atención a su hijo ni a la chica que lo miraba con aprensión.

Lo llevaron a sus aposentos y lo dejaron allí.

Draco se despidió de Hermione, él no podía quedarse. Se separaron con gran pesar, hermione no quería quedarse allí sola con Lucius y seis elfos por toda compañía.

Harry la miró con pena y le prometió que hablaría una vez más con Kingsley para ver si podía influir en la decisión del Wizengamot.

Una vez que atravesaron la verja los magos desaparecieron dejando a Hermione con una sensación de fin del mundo instalado en su pecho.

Cuando los ojos se cansaron de mirar la nada, giró y entró a la imponente mansión. Intentaría hacerla un poco más habitable. Después de todo, estaba Dumbledore, tal vez no estaría tan sola, después de todo.