miércoles, 21 de abril de 2010

El Brujo blanco -2-

Londres, un día de diciembre de 1998

Los mortífagos no se esperaban el desenlace que tuvo la segunda guerra. Y salvo algunos, como sus padres y él mismo, hartos de seguir a Voldemort, todos los demás fueron condenados al beso del Dementor. El Ministro Kingsley Shacklebolt tuvo que ceder ante el dictamen unánime del Wizengamot: todos aquellos mortífagos a los que se les probara fehacientemente su participación en la guerra y que hubieran usado cualquiera de las tres maldiciones imperdonables, serían ejecutados de esa terrible forma. El resto, iría a prisión perpetua, en una cárcel construida especialmente para ellos, llamada Tintagel, una fortaleza inexpugnable, sin dementores. Allí, no eran necesarios.





El recuerdo del día del triunfo del Niño que vivió y con él el triunfo de las ideas de integración, respeto y convivencia, lo atormentó durante los meses siguientes. En ese tiempo se estaban organizando los juicios, recabando las pruebas, se hacían requisas en todas las posesiones de los mortífagos reconocidos. De su casa se habían llevado incontables objetos tenebrosos porque a Lucius no le había quedado otro remedio que entregarlos. Ya no estaba en posición de amenazar con su alcurnia, su apellido y sus ancestros; y mucho menos, de utilizar su fortuna haciendo "donaciones". Esa etapa del mundo mágico había quedado atrás. Los privilegios de sangre valían menos que una escupida y si sabías lo que te convenía, te tenías que meter los prejuicios donde te cupieran.

Eso, Draco lo aprendió bien pronto.

Eso y algo más.

El día del juicio a los Malfoy, la Sala del Wizengamot estaba llena, no había lugar para un alfiler y el aire que se respiraba era espeso y estaba cargado de expectativas, de deseos de revancha y de humillación. Los tres Malfoy se habían reunido allí luego de dos meses sin verse. Los habían encerrado en Tintagel a la espera de su juicio, después de que entregaran todas las piezas de magia oscura y de que cedieran una gran parte de su fortuna al Fondo de Reconstrucción de Ambos Mundos.

En ese tiempo, el menor de esa antigua estirpe había tenido tiempo para pensar. Amaba a sus padres. Ese era un hecho innegable. Pero ese amor se había teñido de un sutil desprecio, de un incómodo rencor. En cierta forma, Draco los culpaba de la situación en la que se hallaban. Pero sobre todo, los culpaba por haberlo criado creyendo que por el mero hecho de ser un mago de sangre pura era superior a los demás. Que por ser un Malfoy podía pisotear a quien sea. Y lo peor era que Draco no podía perdonarse a sí mismo, porque echarles la culpa a sus padres no lo eximía de su propia responsabilidad. Y se odió porque se sintió una marioneta, porque dejó que decidieran por él; se odió por cobarde y por necio. Por haberse dado cuenta tarde de que estaba siendo víctima de su propia estupidez y de prejuicios inculcados. Así que cuando miró a sus padres a los ojos, llameó en su mirada el mismo desdén que antes dirigía a los impuros y cuando buscó al Trío Dorado esperando encontrar un gesto de triunfo y suficiencia, sólo encontró unos rostros mortalmente serios que lo observaban con cuidado, como midiéndolo. Sin embargo, en los ojos de ella encontró algo más, algo parecido a la compasión, dolor y una profunda calidez. La odió a ella también por ser capaz de no juzgarlo, por darle, pese a todo, lo que él sentía que no merecía: comprensión.

Los Malfoy no podían creer cuál había sido el resultado de su juicio. No sólo no habían sido condenados a muerte sino que tampoco deberían pasar lo que restaba de sus vidas pudriéndose en Tintagel. Pero cuando lo supieron... hubieran preferido la muerte.

Harry Potter narró el contenido de sus visiones que daban cuenta de que la adhesión a Voldemort se sustentaba cada vez más en el miedo. Cómo el Lord obligaba a Draco a hacer cosas que le repugnaban. Que fue testigo de la imposibilidad del muchacho de cumplir con la misión de matar a Dumbledore.

Por último, relató el papel de Narcissa el día de la batalla final y cómo sin su ayuda hubiera sido más difícil derrotar a Riddle.

Por su parte, Hermione Granger, testificó a favor de Draco diciendo que trató de resguardarlos al ser ambiguo cuando lo obligaron a certificar la identidad de ellos tres.

Ron Weasley, contó lo que había ocurrido en la Sala de los Menesteres, sembrando un manto de dudas en cuanto a las verdaderas intenciones del joven Malfoy al tratar de impedir que Crabbe y Goyle mataran a Harry. ¿Lo hacía porque Voldemort lo recompensaría si entregaba a Potter? ¿O realmente quería salvarlo? Lo qué sí quedó claro fue que protegió a sus amigos de los hechizos aturdidores con los que intentaban defenderse de las imperdonables los miembros del Trío Dorado. Y, por supuesto, dejó asentado que esa noche ellos le habían salvado la vida dos veces al heredero de los Malfoy.

Luego de la exposición de los chicos, el Wizengamot se dispuso a deliberar. Una gran parte del Supremo Tribunal prefería enviarlos a Tintagel, pero el ala más moderada quería enviar un mensaje de tolerancia a los componentes de la sociedad mágica de sangre pura que no habían participado en ninguna de las dos guerras. Por eso, querían suavizar la estancia en prisión. Al no poder acordar, el veredicto fue atroz:

"Este Tribunal encuentra a los acusados culpables de asociación al grupo denominado "mortífagos" y de obedecer las órdenes de quien los liderara, el mestizo Tom Riddle, conocido como Lord Voldemort.
La mención a su origen mestizo es para que sepan, los que fueron sus fieles seguidores, que su afán de dominio y superioridad basados en la supremacía de la sangre estaba conducido por un mago de sangre mezclada cuyo único afán era el poder, la sumisión y la inmortalidad. Y que para lograr sus objetivos no dudó en mentir, usar, humillar, castigar y esclavizar a aquellos a los que llamaba seguidores que, en el orden establecido por Riddle, eran poco más que elfos domésticos.
Es deseo de este Tribunal que la familia Malfoy sea condenada a prisión perpetua en Tintagel. El testimonio de Ronald Weasley, echa luz sobre la manera en que estas personas se acomodan de acuerdo a las circunstancias y apoya el que queramos tomar esta decisión. Pero, los alegatos de Harry Potter y Hermione Granger nos dan un margen para reconsiderar el castigo a las deleznables acciones de esta familia.
Queremos construir un mundo mágico donde estos valores no puedan perdurar ni transmitirse de generación en generación. No hay una clase de magos superior a otra y menos aún por su origen. La generación de magia es espontánea aunque goza de la posibilidad de transmitirse y acrecentarse. Más allá de eso, la magia se da o no se da. No se quita ni se roba. Se la posee o no. Así como de padres muggles nacen hijos magos o hechiceras, así de los magos nacen squibs.

Así, la sentencia del Tribunal se descompone de la siguiente manera:

Lucius Malfoy y Narcissa Black Malfoy, son condenados de por vida a vivir sin hacer uso de la magia. Deberán abandonar Malfoy Manor y vivir en un pueblo mixto en el que brindarán un servicio a la comunidad muggle. Se les asignará un instructor de usos y costumbres e historia muggle y serán supervisados cada quince días. Sus varitas mágicas serán rotas en este instante. Cualquier contravención a este dictamen será penado con reclusión perpetua en Tintagel.

Draco Malfoy es condenado a suspender el uso de la magia por cinco años. Deberá instruirse en los usos y costumbres muggles, así como en su historia. Podrá estudiar en una universidad muggle la carrera que sea de su agrado y tendrá la obligación de dictar clases de convivencia a los niños de origen mágico dos años antes de su ingreso a Hogwarts o a cualquier otra Institución de enseñanza mágica de Europa. Pasados esos cinco años, en los que también será supervisado, podrá abandonar el Reino Unido –si esa es su voluntad- para instalarse en el país de su preferencia en el que será evaluado anualmente por un miembro de este Tribunal. A partir de este momento, su varita queda bajo caución en este Ministerio".

Un silencio mortal siguió a estas palabras. Cientos de ojos se incrustaron en las caras angustiadas de los Malfoy. Narcissa comenzó a sollozar. Lucius parecía incapaz de uno de sus típicos arrebatos de ira y menosprecio. Pero cuando vio a su mujer caer de rodillas implorando con la mirada a Potter, se agachó como pudo para ayudarla a levantarse, al cabo estaban esposados con ligaduras mágicas y luego, recuperando su porte altanero y soberbio, miró alrededor con infinita altivez.

Draco Malfoy no pudo impedir que una lágrima rodara silenciosa por su pálida mejilla. Se la limpió con toda la elegancia que le permitían sus manos amarradas y finalmente, clavó su vista en la única persona que le interesaba en todo ese lugar, Hermione Granger.

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