miércoles, 14 de julio de 2010

El brujo blanco -10-

Tan lejos y tan cerca

El equinoccio de primavera ya había pasado y Hermione continuaba en Rumania. Su sentido de la responsabilidad y la lealtad a sus amigos eran señales que la distinguían y hasta que no terminara con lo que se había propuesto no se iría.

A los pocos días de la recuperación de Ron, se les unió Snape. Los dos elaboraron un elixir regenerador de las funciones renales afectadas por venenos. Decidieron ir más allá y combinaron en un solo elixir venenos de origen vegetal, animal y mineral, que comprometían a tres lugares del cuerpo (riñones, hígado y corazón) y lo patentaron como Elixir CorporisTrifariam.

Severus creyó que luego de ese éxito contundente y fulminante, su joven socia daría por terminada su estadía y partiría a reunirse con Draco. De hecho, le anunció que ya tenía todo listo para que volvieran juntos a Inglaterra. Sin embargo, Hermione decidió quedarse unos días más. Deseaba disfrutar de sus amigos ahora que Ron había recuperado la salud. Pronto se les unirían Ginny y Harry y planeaban recorrer el curso del Danubio desde Galati hasta Baviera.

-¿Qué vas a hacer con Draco? Y ni se te ocurra decirme que no sabes de qué estoy hablando, Granger, porque sé perfectamente que tuviste que darte cuenta.

El tono de su ex profesor la asustó como en sus mejores épocas escolares. Y esclava de su instinto, escupió la verdad:

-No lo sé. No sé qué voy a hacer con Draco. Vine hasta aquí a despedirme de Ron y Luna, pasar unos días con mi ahijado e irme a New Orleans. Pero todo lo que pasó…me agobió y me absorbió por completo.

-Te comprendo, pero ya pasó. Ya todo está bajo control. Nada te detiene aquí –aseguró taladrándola con sus ojos negros como el ónix.

-Tengo miedo –confesó con la cabeza gacha. Las manos hechas un nudo de tan nerviosa y abatida que estaba.

-¡Por las barbas de Merlín, Hermione! ¿Miedo de qué? ¿A qué?

-Pasaron…¿cuánto? ¿seis años? ¿siete? En mi mundo eso es una vida. Él bien pudo haber rearmado su historia, tener una hermosa familia, una mujer a la cual amar y que lo ame…

Severus rompió el aire con una carcajada amarga.

-Esto es mi culpa –afirmó-. Debería habértelo dicho hace años.

Hermione lo miró sin comprender.

-Siempre supe dónde estaba Draco –musitó.

La castaña sintió que un maremágnum de sensaciones, dolorosas, crueles, le despedazaba el alma. Corrió hacia Snape con los puños cerrados y le golpeó el pecho una y otra vez mientras él la dejaba hacer hasta que, finalmente, cuando ya sin fuerzas comenzó a deslizarse, la sostuvo y la abrazó. Le acariciaba el pelo y le susurraba palabras de afecto. Hermione era lo más parecido a una hija que podía tener y Draco lo mismo. Y en ese momento la culpa hizo mella en él.

-Por qué, por qué, por qué no me lo mencionaste –repetía sin cesar.

-Evidentemente, me equivoqué. Cuando a Draco le devolvieron la varita yo no supe hasta que fue tarde, que había resuelto marcharse de Inglaterra. Luego, pensé que tomó la decisión correcta. Había ideas, sentimientos, sensaciones que debía analizar, descartar, madurar. Sinceramente, supuse que una vez terminado ese proceso volvería.

-Pero no lo hizo –intervino tajante.

-No. Olvidé que, a veces, el dolor es tan intenso que no nos da respiro y hacemos lo que podemos con él –adujo mirándola con la vista nublada por recuerdos antiguos-. Lo vigilé sin que él lo notara –continuó-y los años fueron pasando casi sin advertirlo… Tú… Al principio te mostraste tan compuesta, tan en tu centro, tan inquebrantable, tan Granger que creí que lo habías superado. Mucho tiempo después, la forma en que elegiste vivir tu vida consiguió que captara la esencia de todo esto.

-Sigo sin comprender –insistió Hermione.

-Cuando por fin reconocí que ustedes dos estaban juntos sin saberlo, creí que había llegado el momento de intervenir. Al paso que íbamos, parecía que Draco nunca más iba a volver a hacer magia. Entonces aproveché la oportunidad que me brindaba la muerte de sus padres. Una noticia tan espantosa por las circunstancias que rodearon esas muertes ameritaba mi presencia. El día que llegó la lechuza, fue también el día que en Draco hizo magia de manera accidental. Si yo me di cuenta, tú también. Concluí que irías a él tan pronto pudieras. –Snape se paseaba de un lado a otro, echándole furtivas miradas, nervioso y ceñudo-.

Hermione y Severus sostuvieron una larga charla en la que intercambiaron ideas y reproches a partes iguales. Agotados de argumentar y discutir palmo a palmo por cada palabra dicha, tomaron una decisión. Él volvería al colegio. Ella a Londres luego del paseo. "No lo pienso suspender", vociferó, "al fin y al cabo él también podría haberme buscado antes, él sabía dónde encontrarme, aquí la única que permaneció ignorante de todo fui yo". Snape sabía que en parte tenía razón, pero temía que la leona se dejara llevar por el orgullo Gryffindor que la estaba atenazando y sumado a su probada terquedad, las consecuencias serían nefastas para ambos. Sabiendo que no podría conseguir más nada, al menos de momento, se marchó no sin antes decirle algo que la dejó estática y muda:

-Eres como una hija para mí y él también –le dijo acariciando levemente su mejilla-. Les fallé a los dos sacando conclusiones apresuradas, interpretando arbitrariamente los hechos, pero están a tiempo de encontrarse y construir la felicidad que ambos se merecen –dicho esto, se dio vuelta dejándola envuelta en un silencio pasmado que disfrutó enormemente. No siempre alguien conseguía callar a la más digna representante de Gryffindor.

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